Si ves que voy directa, como persiguiendo un halo de luz, no me interrumpas. No sabes el tiempo que habré invertido en crearlo y conectarlo al interruptor para que haga la función de motor.
Si de reojo ves que mis pasos son firmes y no deparo en tu presencia, no me interrumpas, porque puede que haya vacilado demasiado tiempo en otras presencias, en otros ojos y en otras vidas que me habrán restado fuerza y tiempo.
No te preocupes. El tiempo y el espacio son relativos, así que si las inercias no están equivocadas, nos volverán a imantar en otro lugar, en otra estación y donde no tengamos que hacer absolutamente nada, porque todo cuadrará y las pupilas, al fin, harán “clic”.
Si pretendes que yo te dé aquello que buscas, no me interrumpas, seguramente nunca te lo daré. Eso que buscas está en tu mente y nunca será tal y como tú lo ves, así que no me detengas para inspeccionar y detectar si en mi mochila está. Por cierto ¿Ya sabes qué buscas?
Si te genero curiosidad, espérate. Te agradeceré que observes en silencio sin interrumpir porque mi proceso nunca para y lo que ves no es un fin, mi momento no me va a definir, es parte del camino que me ha tocado recorrer.
Ten paciencia si consideras que yo te puedo llegar a entender, si lo crees, es que sí, pero vuelve a esperarte otra vez. No interrumpas con tus ganas y tu torrente de ansiedad desmesurada, dosifícalas. Sé que las puedes controlar.
Cuenta hasta diez antes de tirar de mi, piensa si vamos a sumar porque si me paro por ti puede que tarde en volver a mi.